Hace algunos días, nuestro portal se hizo eco de una declaraciones ofertada por el destacado merenguero Hector Acosta, quien considera como un crimen el que la empresa minera Falcondo, le retire el apoyo que le viene dando a instituciones de servicios de Bonao.
Eso me ha llenado el equipo de mensajeria de mi computadora de diversos comentarios algunos positivos otros muchos mas negativos en el sentido de ¿que aportes le ha echo Hector Acosta, (El Torito), a Bonao?.
Bonao esta sumergido en una extrema falta de valores culturales y artísticos por falta de hombres y mujeres valientes que les cobijen de un área donde fabricar sus sueños pues no todos tienen la suerte que tuvo Hector Acosta, quien surgió de la nada al estrellato siendo un músico de oído y, aun sabiendo este las calamidades que nuestros jóvenes muchos con talento quizás por encima de los suyos pasan por falta de alguien que como el le tienda la mano.
Hector Acosta, (El Torito), se queja del retiro de las ayudas que Falcondo le venia haciendo a Instituciones como el Hospital Publico, Los Bomberos, El Centro de Rehabilitación, a la Iglesia de Fatima y las Escuelas publicas pero,¿Cuales han sido sus aportes?, Bonao, no tiene una Escuela de Música, un Centro Cultural Publico, un Centro de Artesanía Musical, no tiene quien forje hombres y mujeres a la literatura musical y todo, por falta de alguien que le incentive.
¿Porque las quejas?, todos sabemos que (El Torito), se gana su dinero con un riesgo constante de su vida y la que debe cuidar en su mas estricta dimensión pero esa vida no debe pasar sin saber que paso por la tierra pues deben dejarse legados a la finalidad de que los hijos sientan un verdadero orgullo de su padre pues el camino que hoy han estado trillando Kinito Mendez , Peña Zuaso, Juan Luis Guerra, Wilfrido Vargas y otros que se le escapan mi mente es digno de imitarse.
Hoy tenemos orgullosamente una Plaza de la Cultura,construida por un hombre que ya no esta con nosotros pero que les recordaremos por siempre y todo porque un día pensó, que de nada valía sentarse y ver pasar a los demás disfrutando de sus cosechas, el salio con gallardía a sembrar su propio producto del cual hoy todos en su ausencia estamos disfrutando.
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