domingo, 5 de abril de 2020

A propósito del coronavirus

Hospitales: Emergencia sanitaria fuera de ley


El presidente Danilo Medina emitió un decreto con carácter de urgencia para rehabilitar 56 hospitales de distintas provincias de República Dominicana, como parte de su plan de gobierno. Eso fue en 2013. Tres años después, en cinco de ellos se dieron cambios extraordinarios de profesionales asignados, enormes aumentos presupuestales que rebasan el 2,000 %, así como serias violaciones a leyes y reglamentos. Hoy, las obras están sin concluir.

El polvillo hacía toser aún más al niño de Cándida cuando, sentados en los fríos asientos del hospital, esperaban al médico de turno. Ese polvo era porque el suelo del segundo piso se caía a pedazos.
 
Circular por aquel nivel de la maternidad ubicada en Santo Domingo, la ciudad capital de República Dominicana, era una travesía para los empleados de la salud y los pacientes que buscaban asistencia. 
 
Evadiendo el groso boquete del suelo, que cada vez se agrandaba más, Cándida se dirigía hacia el consultorio del doctor Rodríguez de la maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, que ha recibido al menos el 10 % de la población dominicana en los últimos 70 años. Unos de ellos son Cándida y su hijo Rodrigo, quien llegó al mundo cerca de ese gran agujero en ese 2013. 

Las malas condiciones no eran exclusivas de la maternidad Nuestra Señora de la Altagracia. El panorama en los hospitales de República Dominicana era desolador en aquel entonces. Más del 80 % yacía en estado físico deplorable, con mínima capacidad de atención médica y falta de equipos necesarios para estudios especializados. Era un verdadero estado de emergencia. 

Por ello, la mañana del miércoles 27 de febrero de 2013, el presidente Danilo Medina expresó que la reestructuración de la atención primaria y especializada de Salud Pública y Asistencia Social, en los grandes hospitales del país, sería parte esencial de su trabajo junto al Ministerio. “La salud pública es otro buen ejemplo de esa mejora en los servicios que hemos comenzado y que vamos a seguir profundizando”, dijo en el Congreso Nacional. 

Cinco meses después, Medina emitió el decreto MISPAS-CCC-PU-2013-08 para la reparación y mantenimiento general de centros hospitalarios e intervención de otras áreas de salud en el país. Ello daba paso a una declaración de urgencias para la remodelación y reconstrucción de 56 hospitales que estarían bajo el amparo de Salud Pública. 

De acuerdo con la convocatoria, arquitectos e ingenieros tenían nueve días para presentar las documentaciones necesarias y participar del concurso. Pero ésa era una condición poco habitual en el gobierno dominicano, porque, por ejemplo, el Ministerio de Educación había dado hasta 20 días en sus convocatorias para la construcción de nuevos centros educativos y estancias infantiles.
 
La situación provocó que los profesionales de la construcción –encabezados por miembros del Colegio de Ingenieros y Arquitectos de Obras del Estado (CODIA)– se manifestaran frente al Ministerio de Salud, con pancartas y pronunciamientos contra las instituciones estatales. Reclamaban una extensión de la fecha para poder participar en el sorteo. 
Gracias a las protestas, los constructores lograron que el tiempo para entregar sus documentaciones y participar en la obtención de las obras se extendiera seis días más. Sin embargo, el gobierno no les hizo fácil el camino. “Tuvimos que luchar contra una serie de requisitos y exigencias que se pusieron en el pliego”, critica la expresidenta del CODIA, Esther Minyeti. 
 
Al final, el 26 de agosto de 2013, a las 10 de la mañana, en la sede central del Ministerio de Salud Pública, se adjudicaron las obras de los 56 hospitales a 56 ganadores, como lo establecía el decreto para la reparación y mantenimiento general de centros hospitalarios e intervención de otras áreas de salud. Pero algo no estaba bien: “Fue un traje hecho a la medida de determinadas personas de las empresas o profesionales que querían que se ganara”, afirma Minyeti.

Hubo otro detalle más. Esta investigación periodística documenta cómo, en cinco de estos 56 hospitales, ocurrió algo inédito tres años después: sin justificación alguna, el gobierno quitó el proyecto a las empresas que habían ganado originalmente la licitación, lo reasignó a empresas que no concursaron y aumentó los montos económicos hasta 2,000%, en algunos casos.

Manejos ilegales
El 28 de marzo de 2016, el Ministerio de Salud y Asistencia Social, el Servicio Nacional de Salud y la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) firmaron un acuerdo que dio un giro inesperado a lo indicado en los contratos de ejecución de cinco de las 56 obras que había convocado el Ministerio de Salud en 2013.

El documento autorizaba a la OISOE “a rescindir, renegociar, añadir adendas, enmendar, solicitar documentos cualesquiera que considere, tramitar actuaciones administrativas y judiciales” en esos hospitales. Señalaba también que la supervisión de las obras quedaría bajo la responsabilidad de la OISOE; empero, los pagos y cubicaciones de cada una de las obras continuaría bajo el presupuesto general del Ministerio de Salud.

La justificación, según el texto, era “mejorar las condiciones de infraestructura de los centros hospitalarios de servicios de salud, para impulsar un proceso de desarrollo dinámico y sustentable que ajuste a los cambios y exigencias de los nuevos tiempos”. No obstante, tuvo como consecuencia cinco rescisiones de contratos, los cuales fueron reasignados a participantes que no resultaron ganadores en 2013, además de que ya se habían realizado inversiones por más de 375,490 dólares (20 millones de pesos).

Lo anterior contraviene la Ley 340-06 de Compras y Contrataciones Públicas, la cual indica que “segundos y terceros ganadores del sorteo deben ser las opciones siguientes para la obtención de las obras”. Además, en el Artículo 48, señala que cuando el ganador no se presente dentro del plazo otorgado, “el órgano encargado de las contrataciones llamará al postor que ocupó el segundo lugar en el orden de prelación para que suscriba el contrato, procediéndose conforme al plazo dispuesto en el inciso precedente. Si este postor no suscribe el contrato, dicho órgano declarará desierto el proceso de selección, sin perjuicio de la sanción administrativa aplicable”. 

“No he visto ningún artículo que permita reasignar obras”, manifiesta el abogado Luis Soto, especialista en compras y contrataciones públicas. “En mi opinión, si desapareció el objeto del contrato, porque la obra no se va a ejecutar, lo que debe hacerse es licitar”, continúa y detalla que ante cualquier modificación de una obra ya asignada se debe hacer, de nueva vez, una licitación pública para reasignarla a otra empresa o profesional.

Ramón Rodríguez, ganador original de una obra hospitalaria en la provincia Monseñor Nouel, que es una de las cinco cuestionadas por el despojo tras el acuerdo, protesta: “Es ilegal.

 Cuando una empresa no ha participado en un proceso no tiene que ser beneficiada”. Sustenta sus acusaciones en la Ley de Compras y Contrataciones Públicas que establece, en el Artículo 11, como cláusula para la derogación de un contrato, “prácticas fraudulentas comprendidas en el Código Penal o dentro de la Convención Interamericana contra la Corrupción, o cualquier acuerdo entre proponentes o con terceros que establecieren prácticas restrictivas de la libre competencia”. 

Por: Kharla Pimentel
Para Acento.com

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