Lo demasiado hasta Dios lo ve.
Los casos de corrupción, chantaje, manipulación y extorsión contra
simples ciudadanos no son escenarios exclusivos de las desacreditadas
instituciones públicas de nuestro país.
Ya en las instituciones
denominadas como autónomas o descentralizadas del Estado hay muchas
manzanas podridas, donde empleados y funcionarios aprovechan las
bondades de sus posiciones para cometer defraudaciones y todo tipo de
travesuras para beneficio propio, poniendo en peligro no solo la moral y
la suerte de otros empleados y funcionarios compañeros de trabajo,
sino la credibilidad de una institución considerada modelo de la
administración pública como lo es la Dirección General de Impuestos
Internos.
En este caso, nos referimos de manera particular a las graves denuncias
contribuyentes o ciudadanos, algunos de los cuales se han quejado en la
institución, y otros han llegado hasta nuestros medios para expresar la
incómoda situación donde un simple mensajero de la Administración Local Bonao (Que según denunciantes obedece al nombre de Ruben Alcantara y anda en una camioneta blanca de la DGII),
que luego de entregar las notificaciones de incumplimiento de sus
obligaciones tributarias, le invita a reunirse con el fuera del horario
de trabajo, y en otros casos, resolverle sus situación con determinadas
sumas de dinero. En los últimos casos denunciados recientemente los
contribuyentes no tienen deudas por pagar a la DGII, por lo que esto
constituye una falta aún más grave.
Comerciantes
y asesores tributarios que conocen los últimos casos denunciados,
concluyen que el citado mensajero de la DGII, por sí solo no tiene la
capacidad de conocer y manejar datos de la cuenta corriente de los
contribuyentes, razón por la que se presume que debe haber un autor
intelectual dentro de la institución.
Esta
acción no sólo constituye un riesgo para el prestigio y la moral de
los empleados y funcionarios serios que laboran en la Administración
Local de la DGII Bonao, es un hecho delictivo que deben ser castigado y
llevado a la justicia ordinaria, ya que la misma atenta contra la misma
existencia de la institución, pues los ingresos por rectificativas o
impuestos dejados de pagar de un contribuyente van a parar a los
bolsillos de un particular en vez de llegar a las arcas del Estado.
Desde
hace tiempo, son muchas las denuncias de comerciantes que se ha visto
obligados a negociar por fuera sus casos de incumplimientos, pero la
mayoría de ellos prefieren no dar nombres por temor a recibir
represalias futuras y porque son desconocedores de las normas y
reglamentos que rigen sus obligaciones y derechos en materia tributaria.
Ante el extremo a que han llegado los casos y las cosas nunca vistas en la Dirección General de Impuestos Internos, directivos del CÍRCULO DE ESTUDIOS TRIBUTARIOS (CET),
hicieron una visita al administrador local de la DGII, para que asuma
la responsabilidad de investigar la veracidad de todas las pruebas y
denuncias a nivel local.
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