lunes, 18 de agosto de 2025

De opinión


 Por Marino Báez 

En el corazón de la patria, donde la luz del sol besa la tierra con fervor, Monseñor Nouel se erige como un faro de esperanza, pero también como un recordatorio de las sombras que aún nos envuelven. 

Energía en abundancia, dicen las estadísticas, pero ¿dónde queda esa energía cuando las comunidades más necesitadas siguen sumidas en la oscuridad? ¿Qué sentido tiene la abundancia cuando la justicia y la equidad parecen ser solo un espejismo en el horizonte?

La oscuridad atosiga a Bonao y otros rincones olvidados, la paradoja es alarmante: mientras la necesidad de energía es una llama que arde en el corazón de los habitantes, el gobierno y sus autoridades responden a esas demandas, como siempre con una indiferencia glacial, la cual día tras días consume la paciencia de una sociedad que generalmente agota los recursos a través del diálogo y al no recibir respuestas cónsonas con sus demandas, finalmente termina con protestas en las calles.

Bonao y sus residentes claman por soluciones, exigen un servicio energético que les permita vivir con dignidad, trabajar con eficiencia y sentirse seguros en sus comunidades, mientras los apagones se han convertido en un cáncer que corroe la calidad de vida, frena el desarrollo económico y siembra de inseguridad los hogares de la provincia.

Las comunidades han alzado su voz de protesta, exigiendo soluciones inmediatas al problema de la supuesta energía eléctrica permanente que nunca llega y los usuarios de dicho servicio están obligados a pagar contra viento y marea bajo las presiones de los suplidores.

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