Enero de 1960, John F.
Kennedy juraba como el presidente número 35 de los Estados Unidos de
América.
El mundo vivía momentos tensos por la guerra fría entre las
potencias nucleares que se disputaban la primacía de sus ideologías
contrapuestas. La Unión Soviética (URSS) con sus ideales comunistas y
socialistas y los Estados Unidos con sus teorías del libre mercado y el
capitalismo.
Con ese telón de fondo de un posible enfrentamiento, el
Presidente Kennedy en su discurso inaugural usa la frase: -Los que se
montan en la espalda de un tigre para disfrutar de su poder, deben tener
muy en cuenta que no terminen dentro de ese mismo tigre-.
Esa analogía
usada como mensaje para los que se amparaban en poderes autocráticos
para avanzar sus intereses políticos, se convirtió en la literatura
política en una advertencia general a todo el que usa de un poder
corrupto para mantenerse encima o en control de un Estado u
organización.
En este símil el tigre es la fuerza corrupta que permite a
su jinete seguir navegando los hilos del poder. Esa situación se ha
hecho frecuente en sociedades y países donde no existe una fibra
institucional que sirva de freno a los desmanes de los detentadores del
poder.
La República Dominicana,
como antes ha pasado en otros países de la región, vive una de esas
situaciones.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) acumula tanto
poder institucional y lo ha hecho durante tanto tiempo que está montando
encima de un verdadero tigre en su ejercicio del poder.
Este animal
feroz al que nos referimos es aquel donde se han roto hilos de
gobernabilidad institucional, pues en nuestro país no existe una
verdadera separación de poderes. La realidad de que el PLD, y más bien
su cúpula, tiene una influencia determinante en los órganos diseñados
para controlar según nuestra constitución al poder ejecutivo, hace de
nuestra presidencia prácticamente una de ribetes monárquicos.
Esos
ribetes absolutistas, todavía revestidos de formalidades democráticas,
con partidos de oposición activos y con organismos de la sociedad civil
muy desafiantes, son un cultivo peligroso para el clima de sosiego que
tiene que tener una sociedad que pretenda perseguir su desarrollo en
paz.
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